Vinos de Pueblo acaba de sacar al mercado la nueva añada 2018 de sus vinos Mundo Zeppelling y Capitán Beto, que muestran su evolución, «más adultos», con un perfil «más elegante y complejo». Es su puesta de largo, para la que también estrenan ‘vestido’, unas nuevas etiquetas que sirven para unificar la imagen de ambos vinos y con el diseño en relieve. «Me gusta más el perfil de estos vinos, en la añada 2018 hemos dado un paso más», destaca Javier González, quien está al frente de este proyecto junto al tándem argentino formado por Gerardo Michelini y Andrea Mufatto.
Hace unas semanas cumplí por fin con la visita que tenía pendiente a la bodega de Vinos de Pueblo en Toral de Merayo. Javier me dio la bienvenida con una copa de Mundo Zeppelling La Calabaza 2018, mientras acababa de catar con grupo de visitantes que estaba pasando unos días en una casa rural de este pequeño pueblo, a apenas seis kilómetros de Ponferrada. Mundo Zeppelling La Calabaza es un vino blanco elaborado con uva palomino. Tiene un color dorado brillante y aromas a membrillo, manzanilla o toques de miel. Antes de llevarlo a la boca, ya revela que no es un blanco típico del Bierzo. Y no lo es. Por la variedad, aunque cada vez hay un mayor respeto por este tipo de uva denostado y marginado durante años. Y también por su forma de elaboración.
Palomino y mencía
Javier nos explica que una parte de este vino (sobre el 40%) fermenta en ánforas de barro, con una maceración larga con las pieles (durante dos o tres meses) antes del prensado y su paso a crianza en barrica. El resto es prensado tras un contacto con las pieles de unos tres días y fermentado en barrica. La añada 2018 del palomino de Mundo Zeppelling recibió 92+ puntos Parker en el último informe de The Wine Advocate. «En boca es bastante vivo y especialmente sabroso, con taninos finos, estructura (objetivo de las pieles) y acidez integrada. Sigue el estilo de 2017. 1.500 botellas se llenaron en octubre de 2019», escribe su catador para España, Luis Gutiérrez.
La revista de Robert Parker destacaba igualmente la evolución del Mundo Zeppelling Mencía de Pueblo en su añada 2018 con 94 puntos. En definitiva, una entrada a la «vida adulta», más seria y compleja. «Más profundidad y matices, más complejidad. Es más serio y tiene una estructura más compleja, con austeridad pedregosa, fina y elegante con sabores vibrantes y brillantes de frutos rojos ácidos. Es muy sabroso, elegante y floral pero sutil», apunta Gutiérrez.
En un sólo trago ya se percibe un vino más mineral y con mayor acidez que en las añadas anteriores. «Va a redondear en botella», puntualiza Javier, que nos cuenta este vino «siempre es un parcelario». Es esta ocasión, sus uvas de mencía (con un porcentaje de otras variedades presentes en la viña) proceden de El Torullón, una parcela orientada al sur en Toral de Merayo. Un 18 excepcional que será difícil de superar. «Es la putada de las grandes añadas», confiesa el bodeguero, que cree que el 19 no tendrá esa verticalidad ni será tan atlántico, tan fino.
El nuevo perfil del Capitán Beto
Y el que ha pegado el mayor estirón ha sido Capitán Beto, con un nuevo perfil muy alejado del carácter típico de la mencía del Bierzo que le valieron 92 puntos Parker. En la copa ya ves un vino muy ligero y con una capa clarita. En nariz también sorprende, especias y frutos rojos como frambuesas, cuya acidez también domina en el paladar. Muy diferente este vino que se elabora con uvas de parcelas de los tres pueblos de Ozuela, Rimor y Toral de Merayo.
«Salvaje». Así lo describe Javier González, que insiste en que seguro que es el vino que más ha cambiado de todos en esta puesta de largo mientras escuchamos de fondo ‘Kashmir’ de Led Zeppeling, que no ha dejado de sonar en toda la visita. Tras probar la nueva añada de las tres etiquetas de Vinos de Pueblo, como se dice coloquialmente, ya me metí hasta la cocina…
Y allí, en la sala de barricas, lo primero que me llamó la atención fue una de ellas con el característico rayo de Bowie pintado junto a una ‘T’. En realidad, son una ‘S’ y una ‘T’ de Santo Tirso. Ese ya es no es un Vinos de Pueblo, sino uno de los vinos del proyecto familiar de Michelini y Mufatto, que también elaboran y crían en esta bodega de Toral.
De barrica en barrica
Así, pipeta en mano, Javier González salta de barrica en barrica para mostrarme como se están criando ahora los vinos. Del vino de Santo Tirso al vino de Pedro Pacios, del Rapolao al de la parcela de Carabín. «Carabín es Manuel Prada Merayo, tiene 94 años y es un crack. Su parcela está en El Torullón», destaca.
También tuve la oportunidad de probar Post-Crucifixión que, con su primera añada 2018, alcanzó 97 puntos Parker este verano. «Es un vino totalmente distinto», advierte Javier, que explica que se elabora con las uvas de una parcela de viñedo viejo de Santalla llamada La Muria. «El chico que nos vende la uva explica que su abuelo, que falleció hace tres años, ya contaba que su abuelo le decía que la viña ya la conoció él así. El abuelo de su abuelo. Imagínate lo vieja que es», apostilla.
Y sí, es una mencía muy diferente. Es normal después de una maceración de diez meses en ánforas y fermentación con 100% raspón, antes pasar a estar tres meses y medio en barrica de roble. Con carácter reductor, es muy perfumado y ligero. Sabroso y fresco.
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