Un porrón con El paisano de Tares

Un porrón con El paisano de Tares

Hacía muchos años que no bebía en porrón -casi tantos como no cogía una bota de vino-, pero sigue teniendo razón mi padre, «lo que bien se aprende, mal se olvida». Y de esta manera he recogido el guante de Dominio de Tares para catar su nuevo vino: El paisano de Tares. Ni clarete ni rosado. «Un tinto con alma de blanco». Así lo define su enólogo, Rafael Somonte. «Es un vino tinto con un 15% de variedades blancas, con todas las variedades principales del Bierzo como la mencía, la garnacha tintorera, el palomino, la doña blanca y el godello», detalla.

Así, el nuevo «paisano» se elabora como un tinto con pieles, pero con menos remontados para una menor extracción. Las pieles permanecen en contacto con el vino hasta el final de la fermentación a diferencia de los claretes, en los que suele haber una maceración con las pieles de unas horas a varios días, como ocurre en la zona de León.  De esta forma, quien bebe este vino disfrutará del estilo de vino que bebían nuestros abuelos, con la forma tradicional de elaborarlo en la comarca, con la mezcla de todas las uvas de la finca (blancas y tintas) y con la crianza en viejos «cubetos» de roble.

La bodega Dominio de Tares utiliza uvas de varias zonas del Bierzo para la mezcla, pero la garnacha tintorera (alicante bouschet) y el palomino (jerez) que utilizan sí es concretamente del entorno de Bembibre para aportar mayor frescura. «Queríamos un vino fresco y necesitábamos acidez. En el Bierzo Alto la uva madura más tarde que el resto de la comarca, prácticamente 15 días, y vendimiando todo a la vez conseguíamos la acidez que buscábamos», explica Somonte.

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El Paisano de Tares invita a ser bebido en copa, chato o porrón. Foto: TQM

Un «vino de pueblo»

Este vino sale ahora al mercado como homenaje de la bodega a «todos los paisanos del Bierzo que con su trabajo han contribuido al crecimiento de la comarca», pero ya hace tiempo que lo beben en la bodega. Somonte cuenta que hace años que hacen este vino y que, incluso cuando no tenía ni nombre ni ninguna previsión de salir al mercado, lo llamaban entre los trabajadores «el vino de pueblo».

«Era el depósito que teníamos nosotros para beber en la bodega a diario y que hacíamos con la uva que no utilizábamos para nuestras otras elaboraciones como Baltos, Cepas Viejas, Bembibre,…. Mezclábamos todo junto y hacíamos el vino de pueblo, como lo hacía la gente de la zona hacía muchos años. El vino humilde de siempre que se solía beber en las casas», recuerda.

El paisano de Tares tiene un color rojo brillante, con una capa muy clarita debido a ese 15% de variedades blancas y su elaboración con poca extracción. En nariz se perciben frutos rojos (frambuesa, fresa ácida) y algunas notas minerales y perfumadas, como violeta, mientras que en boca destaca su frescura y acidez, ligero y con muy poco tanino, que invitan a un trago largo.

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El paisano de Tares, «un tinto con alma de blanco». Foto: TQM
Con una capa clarita de color rubí, destaca su frescura. Foto: TQM

Un paisano «actual y desenfadado»

El destino final de El paisano de Tares es para un «consumo informal», señala el enólogo, ya sea en restaurante con mesa y mantel o en barra. «Un consumo de diario informal, para acompañar con unas tapas en un bar o en restaurantes menos serios y más modernos,  que te lo puedas tomar desde con un plato como sushi hasta con algo más tradicional como unas croquetas de jamón», apostilla.

Es un vino pensado para un consumidor de vino actual y desenfadado, que quiera tomarse a diario «un vino rico y disfrutar». «Un tinto con alma de blanco, ideal para poner en la nevera si hace falta , y disfrutarlo igualmente  en copa fina, chato o porrón. Más que un vino, una forma de ver la vida», añade Somonte, que explica que de esta primera añada 2019 sale al mercado con 3.000 botellas con la idea de que «si el vino funciona iremos incrementando poquito a poquito la producción en función de la disponibilidad de uva».

Su precio (en torno a 7,90 euros) y su etiqueta acompañan a esa imagen. Precisamente, en el diseño creado por el caturista Gogue, con la imagen de un joven en vaqueros con camisa, chaleco y tirantes y bebiendo en porrón, reflejan perfectamente esa fusión de tradición y modernidad que caracterizan a esta bodega berciana que acaba de cumplir 20 años.

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La etiqueta, diseño del caricaturista Gogue. Foto: TQM

 

 

 

 

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