Familia. Terruño. Trabajo. Abuelo Antonio. Esas son las cuatro patas que sostienen el proyecto de Vinos Valtuille. Una bodega que cumple 20 años y cuyas riendas llevan ahora Marcos y Elena, los hijos de Dimas García, quien la echó a andar allá por 1999. Él tenía el convencimiento de que el futuro de su viñedo ya no estaba en la venta de la uva a granel, como había hecho hasta entonces, sino en la elaboración de su propio vino, que transmitiese la viña y con la calidad como máxima.
Así lo hizo y así lo pudimos comprobar el pasado miércoles en la cata de La Lonja (Calle Dos de Mayo 17, Ponferrada), con las nuevas añadas de tres de sus vinos: Pago de Valdoneje Godello 2018, Pago de Valdoneje El Valao 2016 y Pago de Valdoneje Viñas Viejas 2016. Conozco su proyecto desde hace varios años -la primera vez que lo probé fue en el Festival Estival Demencial (FED) de 2015-, y me sigue encantando la sencillez y la cercanía con la que Marcos y Elena hablan de lo que hacen.
Su historia
Vinos Valtuille es el legado del abuelo Antonio, cuyas manos empezaron a cuidar la primera viña de la familia en el término de Valdoneje. El testigo lo recogió después Dimas García. Él continuó con la venta de la uva a granel hasta que en 1999 decidió dar un cambio, implantar una nueva filosofía y elaborar su vino. «En aquel momento mi padre trabajaba unas ocho hectáreas de viñedo viejo disperso en pequeñas parcelas en torno al pueblo de Valtuille de Abajo», cuenta Elena. De su primera añada salieron unas 20.000 botellas de un único mencía joven. «Nos duró dos años», apostilla Marcos, que desde el principio se implicó en la nueva bodega familiar.
A partir de ahí, mucho trabajo para ir creciendo año a año. Cogieron nuevos viñedos y aumentaron la producción, hasta llegar a las cerca de 100.000 botellas que elaboran en la actualidad de seis vinos diferentes. «Hace cinco años ya me incorporé yo y entre los dos continuamos con el legado que había comenzado hace un siglo», añade Elena. La marca que les representa es Pago de Valdoneje, un homenaje a esa primera viña que tuvo su familia y a sus raíces. «Somos lo que somos por nuestros antepasados», recalca.
Pago de Valdoneje Godello 2018
El primer vino de la cata fue el Pago de Valdoneje Godello 2018, embotellado desde hacía apenas tres semanas. Se trata de un godello 100%, con un color amarillo pajizo y limpio. «Muy cítrico y tropical, muy fresco, con mucha acidez, con notas de hinojo», describe Marcos. «Muy frutal», recalca. Son uvas de godello que proceden de cepas de unos 30 años, que se elaboran en depósitos de acero inoxidable con maceración en frío durante 24 horas antes de pasar a prensa.
«Fermenta con control de temperatura y después pasa entre cuatro o cinco meses con las lías finas, con bazuqueos cada semana para que se muevan y suelten esa característica grasa», explica el bodeguero. A continuación pasa a botella para ser un vino joven que, sobre la mesa de La Lonja, marida con una gamba marinada con cítricos. «La dejamos dos horas marinando con naranja, lima y jengibre, para hacerle después un rebozado con huevo batido y fideos chinos para darle ese punto crujiente», explica Florita, propietaria de La Lonja.
Pago de Valdoneje El Valao 2016
El siguiente es el Pago de Valdoneje El Valao 2016. Es el vino «más moderno» de la bodega. Uno de los vinos más especiales de Vinos Valtuille junto al Viñas Viejas y Cabanelas. Marcos explica que es un vino que llegó «un poco de causalidad», con las uvas de una viña que adquirieron hace unos tres años a un familiar de su madre y que era de los abuelos. «A mi abuelo siempre le encantaba esa ladera y las adquirimos en el 2015. Lo hicimos de prueba y lo vinificamos a parte para ver cómo evolucionaba, con la idea de destinarlo al ‘roble’ que hacemos, con un pase suave de barrica», recuerda.
Así, iban probándolo cada mes y les sorprendió. Decidieron que esa viña tuviera su propio vino, recibiendo en su primera añada 92 puntos Parker. Un regalo. «Pase lo que pase, ese vino va a ser siempre esa finca, no va a haber 20.000 botellas,», añade Marcos, mientras Elena apostilla que «es fruto de un experimento». Su segunda añada 2016 acaba de salir al mercado, después de seis meses en barrica y más de un año en botella. Algo goloso y muy fácil de beber. En este caso, la propuesta de maridaje es un milhojas de brandada de bacalao con cebolla caramelizada entre sus diferentes capas de hojaldre, coronado con una vinagreta y unos filamentos de ajo puerro.
Pago de Valdoneje Viñas Viejas
Un color intenso. Un vino con más cuerpo. Un crianza. Se nota nada más caer en la copa. El Pago de Valdoneje Viñas Viejas 2016 es el último vino de la cata. Este mencía esta criado durante unos 11 meses en barrica, pero nunca barrica nueva. «La experiencia nos dijo que abusar de barrica nueva machaca a la mencía, le quita mucha fruta», puntualiza el bodeguero y viticultor, que asegura que su objetivo es que «en una cata a ciegas salga la variedad y salga la fruta». Se trata de una uva seleccionada de la misma zona, tres parcelas de Villegas y Valdoneje -en la bajada desde la emblemática Casa de los Pinos, hacia Cacabelos, la primera viña a la derecha-.
Es un vino más potente, pero que no se amedrenta con la potencia de sabor de un boquerón en hojaldre, el pincho elegido para acompañar al Viñas Viejas. «El boquerón se sala durante unas horas y se enrolla en el hojaldre, con unas esferificaciones que hacen como un caviar de pimientos de padrón», añade Florita.
Raúl Pérez: «Nos los podremos beber dentro de diez años y van a estar perfectos».
Entre los participantes a la cata de Pago de Valdoneje estaba Raúl Pérez, pendiente de la «noche de los Óscar» para los vinos del Bierzo, las puntuaciones de The Wine Advocate de Robert Parker. El enólogo destaca que el vino joven de esta bodega «es el mejor vino en relación calidad-precio», precisamente por las parcelas de viñedo viejo con las que cuenta. De ellas procede el carácter de sus vinos, más allá de la variedad.
Ensalza Valtuille como «centro del vino del Bierzo», con esa diversidad enorme de parcelas. También apunta esa corriente de suelos de arena que las hace tan particulares y que se percibe en vinos como el Viñas Viejas, con esa tensión y tantos matices. «Ellos tienen viñedos en zonas muy nobles dentro de Valtuille», valora Pérez. Para él, esta zona tiene una «proyección tremenda» con «mucha gente joven haciendo vino a un nivel altísimo y con unos precios incomparables». «Es una garantía, los conozco personalmente y sé que estos vinos me los puedo beber dentro de diez años y van a estar perfectos. Es un reconocimiento al trabajo de todos estos años», añade el enólogo, que hizo un brindis para celebrar el éxito de Pago de Valdoneje.
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