Demencia en siete sorbos

Demencia en siete sorbos

El viernes pasado nos volvimos a pasar por una de las catas de Sorbo. En esta ocasión, la propuesta de Ane y Javier era acercarnos al proyecto de Demencia a través de siete vinos. Un viaje por el Bierzo, Madrid y Soria con la mencía, la godello, la tempranillo, la garnacha y la garnacha tintorera como guías.  Aunque ya habíamos visitado la bodega hace unos meses, en verano, teníamos ganas de volver a escuchar atentamente a su alma mater, Nacho León, y probar nuevas añadas. También había ganas de sorprendernos, como ocurrió con su nuevo Demencia GT, un 100% garnacha tintorera.

Nacho León tenía pensado «un recorrido un poco largo» por sus tres proyectos. «Lo mas fácil es que yo hable poco, que el vino hable mucho y, como suele pasar, que la gente hable más», bromea Nacho, antes de presentar los primeros vinos: Pyjama Godello y Pyjama Mencía. Ellos son la base de su pirámide, en cuya cúspide podemos colocar el Demencia Villegas, un vino que sólo se elabora en años «excepcionales» y del que acaban de sacar su segunda añada, la 2013 -la primera fue con la vendimia de 2010-.

Este es su proyecto parcelario y más exclusivo, que pretende integrarse en la nueva normativa de «zonificación» del Consejo Regulador de la DO Bierzo como ‘gran vino de viña clasificada’. Y es que no hay duda de que el paraje de Villegas es especial. «Villegas es un paraje situado en Valtuille de Abajo, muy valorado entre los conocedores de la zona, con un perfil de suelo algo arenoso muy poco común en el Bierzo», explica Nacho, que describe un vino de gran complejidad, «casi místico». No lo pudimos catar en esta ocasión, pero lo dejamos anotado en nuestra lista de ‘vinos pendientes’.

Con dos Pyjamas

Tanto uno como otro no son vinos jóvenes, cuentan con una crianza con la que Nacho León y Bruno Arias buscan darle ya una cierta personalidad, que represente el suelo, la variedad, la climatología y su manera de hacer. Con el Pyjama Godello experimentaron por primera vez con esa variedad blanca en 2016, buscando un punto de ‘rusticidad’ frente a los hermanos gallegos, más sofisticados, que ya habían abierto camino. Mantenían el espíritu loco de Demencia pero eran por primera vez infieles a esos vinos «de mencía» que llevaba tatuados la bodega desde su origen.

El Pyjama Godello 2017 es un monovarietal de godello con crianza sobre lías durante cinco meses, un 80% en depósitos de acero inoxidable y el 20% restante en barricas de roble francés. «No es una variedad aromáticamente muy expresiva», puntualiza Nacho, «muy seco y con cierto volumen». El siguiente en caer en la copa fue el Pyjama Mencía, de la misma añada, que está elaborado 100% con uvas de la variedad ‘reina’ en el Bierzo y con una crianza de siete meses en barricas de roble francés. «Es el vino más importante de la bodega, totalmente representativo del viñedo y la variedad, muy bebible y versátil», defiende el bodeguero. Un color muy atractivo, cereza picota intenso. Son unas 10.000 botellas del tinto, frente a las 2.000 del blanco.

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El Pyjama Godello, uno de los vinos «base» de Demencia. Foto: TQM
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El Pyjama Mencía, con crianza de siete meses en roble francés. Foto: TQM

Cachicán

Cuando Demencia empezó a ‘juguetear’ con otras variedades, se atrevió también con algunas elaboraciones experimentales como el Cachicán 2017, del que se elaboran poco más de 300 botellas. «Vamos a dar un salto a un vino un poco más arriesgado», advierte Nacho antes de presentar este vino de mezcla con mencía, garnacha tintorera y doña blanca, principalmente. Las variedades tintas y blancas se unen para mostrar la realidad del viñedo berciano, que no es un monocultivo de mencía, sino que está salteado con cepas de diferentes tipos de uva.

«Pensamos en un vino de parcela y arriesgar más con una menor intervención, sin levaduras comerciales y sin corrección de sulfuroso, sólo una pequeña dosis en el embotellado», explica el enólogo. En Cachicán se mezclan todas las cepas que hay en una zona de la viña, no importa blancas o tintas, incluso hay algunas que no saben ni qué variedad en concreto es. Un poco menos sofisticado, pero igualmente fresco.

Nacho aprovechó para hablar también de su colaboración con Paloma García-Bascones en la recuperación de viñedos en el municipio de Priaranza del Bierzo. Una iniciativa que lleva su tiempo, con la viña todavía un poco desequilibrada, pero con la que han logrado hacer un vino muy especial con la vendimia del 2017 y embotellar 635 botellas (otro a añadir a la lista de ‘vinos pendientes’). Es el NIM by Demencia.

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La cata de Demencia en Sorbo (calle Ancha 19, Ponferrada). Foto: TQM
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El Cachicán, un «vino de mezcla» con mencía, garnacha tintorera y doña blanca, entre otras variedades. Foto: TQM

Gatuno y Taruguín

El recorrido recaló en Madrid, donde realizan un vino con garnacha de altitud de viñedos viejos de la zona de Cenicientos. Su nombre, Gatuno, en un homenaje a «las cosas de raíz» haciendo referencia a esos madrileños de al menos tercera generación a los que popularmente se les llama ‘gatos’. «Es un territorio de mucha altitud y en las parcelas se mezclan las viñas con los almendros y con los olivos», explica Nacho, que cuenta que empezaron a elaborar este ‘caldo’ con su distribuidor en Madrid en 2016.

Así que lo que nos estábamos llevando a la boca era la segunda añada de un 100% garnacha de la DO Madrid con una crianza de seis meses en roble francés y americano. Un vino ligero y muy bebible, perfecto para principiantes y ‘tapeo’. Son 4.000 botellas de un ‘top ventas’.

Y de Madrid viajamos a Soria de la mano de Taruguín. ¡Soria existe! y, aunque es una de las zonas más despobladas de Europa, en su extremo occidental esconde un pequeño reducto marcado por su propio microclima que, muy optimistas, algunos denominan la ‘Andalucía de Soria’. Ahí tienen sus viñedos, a 900 metros de altitud, incluidos en la DO Ribera de Duero. En San Esteban de Gormaz elaboran este vino, donde aún se conserva un viñedo viejo -incluso prefiloxérico-, con tempranillo (96%) y albillo (4%), que pasan por barricas de roble francés durante nueve meses. Un vino más recio. En este proyecto ha sido muy importante la recuperación de viñas para volver a ponerlas en producción.

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Gatuno, un vino de la DO Madrid con garnacha. Foto: TQM
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Nacho León, el ‘alma mater’ del proyecto Demencia. Foto: TQM
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Cinco de los siete vinos de la «familia» Demencia. Foto: TQM

Demencia GT

Sin etiqueta aún llega a la mesa una de las novedades de la cata, el Demencia GT 2017. El coqueteo de Demencia con otras variedades llega hasta la absoluta infidelidad con este 100% garnacha tintorera o alicante bouschet con siete meses de crianza en roble francés. Este vino fermentó en barricas abiertas con bazuqueo y raspón, con la alianza de una añada muy cálida que favoreció la maduración de esta variedad, a la que le cuesta bastante alcanzar los 13º en el Bierzo.

Acaba de salir y ya está la añada vendida de esta microelaboración. «Sacamos medio kilo por planta», apunta el bodeguero, recogidos de El Tesadillo (Priaranza del Bierzo) y Los Caños (Villafranca), de una zona que salvó la terrible helada que marcó la primavera del 2017. Así, se han atrevido a hacer un monovarietal para poner en valor un variedad que lleva adaptada «de toda la vida» a los suelos, la orografía y el clima berciano.

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La intensidad de color de un 100% garnacha tintorera en Demencia GT. Foto: TQM
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Una botella de la última añada de Demencia. Foto: TQM

Demencia 2013

Y para acabar su «vino bandera», Demencia, con el que desafiaron a quienes hace años decían que la mencía no servía para hacer vinos de guarda. La nueva añada 2013 conserva el espíritu demente con el que emprendieron su proyecto con dos pilares básicos: la mencía y la recuperación de viñedos abandonados. Es un 100% mencía, para el que utilizan sólo los racimos -vendimian con las uvas en sazón, maduras- de sus viñedos del municipio de Villafranca del Bierzo, sin «sembrar» levaduras y sin apenas intervención.

Su elaboración se completa con una crianza de 20 meses de crianza en barricas viejas de roble francés -seis de ellos sobre lías-, para acabar de redondearse en botella al menos otros dos años antes de salir al mercado cinco años después de su vendimia. Este es su «Queen Mencía», sabroso y láctico, del que sólo han sacado 1.013 botellas.

«Hemos conseguido que las cosas vayan cambiando y hay una corriente de gente joven, incluso muchos de fuera como yo, que con pequeños proyectos basados en la viña hemos demostrado que el problema del Bierzo no era el Bierzo ni la mencía, era la viticultura y el abuso de fertilizantes, pesticidas y herbicidas», recalca Nacho León, que se reafirma en su apuesta por la mínima intervención y la sostenibilidad.

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