Demencia, enoturismo para cuerdos dementes

Demencia, enoturismo para cuerdos dementes

«Innovar es volver al origen». Esa es una de la bases de la filosofía de Demencia y que queda muy patente en las visitas enoturísticas que realizan a sus viñedos y a su bodega. Una oportunidad que The Queen Mencía ha aprovechado para conocer un poco más el proyecto de Nacho León y Bruno Arias. «Un proyecto muy cuerdo… o al menos no tan loco como lo que pueda sugerir su nombre», defienden.

La visita comienza en el castillo de Villafranca del Bierzo -una fortaleza construida en el siglo XVI y que en la actualidad es residencia del compositor Cristóbal Halffter-, para después pasar por delante de la iglesia de Santiago y su Puerta del Perdón -único lugar donde se puede ganar el jubileo antes de llegar a Compostela- y seguir por el Camino de Santiago hasta su viñedo de Los Caños.

Nacho nos contextualiza históricamente esta plantación de dos hectáreas de cepas de mencía, alicante bouschet (garnacha tintorera), godello, doña blanca (valenciana) y pan y carne (estaladiña), entre otras variedades. La filoxera. Las replantaciones y el mundo del vino como motor económico. La Villafranca aristocrática y con peso. La guerra civil y el gran éxodo.  El abandono y el papel de las cooperativas en su recuperación. La parcelación y el sistema de herencias. El minifundio -compraron este viñedo a siete propietarios diferentes-.

En ecológico

Todo ha contribuido a configurar lo que hoy en día es el cultivo de viñedo en el Bierzo, cuya característica diferencial es el gran porcentaje de viñedo viejo (más de 70 años). «Es algo atípico y un gran tesoro», apostilla. Así, su parcela de Los Caños es de 1905 y sus vides están plantadas muy separadas. Nacho cree que pertenecería a una propiedad importante. «Está muy bien plantada, en alto, siguiendo las curvas de nivel y para ser trabajada con animales», añade.

Durante el recorrido por el viñedo, Nacho nos cuenta su apuesta por la agricultura ecológica «como una forma de trabajar la viña y de conseguir la uva que nos permita hacer el mejor vino». Y no ha sido fácil «desenganchar» a las viñas de Los Caños de los tratamientos químicos, de los fertilizantes y herbicidas. Una lucha en la que llevan desde 2011 y que se ha cobrado sus víctimas. «Algunas plantas han muerto por el camino», confiesa Nacho, que explica que solo utilizan productos de contacto contra las enfermedades. Así, el azufre, suero de leche, maceración de ajo, aceite de cáscara de naranja o sulfato cuprocálcico (caldo bordelés) son sus armas para luchar contra el oídio o el mildiu.

En Demencia quieren que el terreno recupere su fertilidad natural, que el viñedo no sea un monocultivo -han plantado tomillo, hinojo y lavanda, entre otras plantas y árboles- y que la vid reencuentre un equilibrio en el que se haga más resistente a plagas y enfermedades. Así, la poda en verde tardía para airear y solear los racimos (siempre orientada hacia naciente) y limitar su número es otra de las técnicas que emplea. «No solemos tener más de un kilo por planta», apostilla Nacho.

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Vistas desde el mirador de Otero. Foto: TQM

Otros viñedos de Demencia

Los Caños, con orientación sur y a unos 600 metros de altitud, no es el único viñedo que trabaja la bodega Demencia. En sus elaboraciones también emplea uva de sus viñas del paraje Villegas en Valtuille de Abajo -considerado uno de los mejores para la producción de vino en el Bierzo junto al Rapolao- y El Tesadillo en Priaranza del Bierzo. Precisamente, los diferentes suelos de estas parcelas dan un carácter muy particular al vino que se elabora de forma separada cada una de ellas. Esto se traduce en una gran complejidad en el Demencia de añada, en el que se ensambla el ‘caldo’ de estos tres parajes.

La visita enoturística continúa en su bodega en Toral de los Vados -aunque Nacho siempre matiza que en Demencia «la verdadera bodega es la viña»-, con una parada antes en el mirador de Otero. Desde este lugar, con inmejorables vistas del «núcleo duro» del viñedo de la DO Bierzo, nos muestra la ubicación de esos parajes de donde sale la uva con la que crearán las distintas elaboraciones de Demencia y Pyjama, sus dos marcas comerciales (unas 15.000 botellas al año).

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Nacho nos explica el sistema de crianza que realizan en Demencia antes de la cata. Foto: TQM

De la barrica a la copa

Nuestra experiencia enoturística termina en la bodega, donde los tanques de fermentación de acero inoxidable esperan ya a la nueva vendimia. Y es que en el caso de Demencia, el «acelerón» dado en la maduración en los últimos días les hace pensar que finalmente empezarán con la recogida antes de mediados de septiembre -fecha prevista por el Consejo Regulador-. «Creo que no vamos a llegar al día de La Encina», apostilla Nacho.

Tras las explicaciones sobre cómo hacen el vino, de una forma muy manual y tradicional, pasamos a la cava. Allí descansan una treintena de barricas -ellos trabajan por lotes, cada barrica es un lote- y miles de botellas a la espera de ser puestas en el mercado -el Demencia tarda cinco años, a finales de este saldrá la añada 2013-.

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Muestras del suelo de los tres parajes: Los Caños, Villegas y El Tesadillo. Foto: TQM

En esta ocasión, Nacho nos ofrece la posibilidad de probar los lotes de Demencia de El Tesadillo, Los Caños y Villegas del 2017 directamente de la barrica, para apreciar las diferentes expresiones de la mencía según cada paraje y cada suelo. Es gratificante descubrir, aunque aún no se han terminado de hacer, lo distintas que son estas elaboraciones en función de un terreno pizarroso, franco-arcilloso o franco-arcillo-arenoso, respectivamente.

De la mineralidad de El Tesadillo al carácter ‘Bierzo puro’ de Los Caños y la elegancia de Villegas. El primero es reflejo de los suelos pizarrosos con unos característicos aromas a suelo mojado e hidrocarburos, que cambian después de unos minutos en la copa.  En el segundo la fruta madura es totalmente protagonista y te llena la boca, más rudo. El tercero sorprende con su estructura y su redondez, con taninos suaves, más sabor y más intenso. «Para mí es muy bordelés», aprecia Nacho.

Vino de autor

Con el ensamble de los tres elaboran el Demencia, del que probamos igualmente la añada 2017 directamente de la barrica. «Es más complejo y más representativo del trabajo en bodega, más vino de autor», apunta Nacho. Y aunque este año su crianza se ha hecho en barricas nuevas, no se aprecia. La fruta de la mencía ha podido con la madera.

Además de estas cuatro ‘demencias’, también catamos el Cachicán 2017, que es un mezcla de uvas de una zona del paraje de Los Caños y que cada año es de una manera. En esta ocasión es garnacha tintorera  y mencía. No coge tanto grado y mantiene la acidez, con lo que se muestra goloso, fresco y ligero, con menos estructura que los anteriores.

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Cachican, Pyjama Godello, Pyjama, Demencia Godello, Demencia 2012, Demencia 10 Aniversario y Taruguin. Foto: TQM

Otras elaboraciones curiosas

También pudimos conocer el proyecto que tienen en Soria, Taruguín, un vino elaborado con tempranillo y albillo (5%) y que esperan incluir próximamente en la DO Ribera de Duero. «Hasta ahora lo estamos elaborando aquí y lo vendemos como vino de mesa, son 2.500 botellas, pero queremos apostar también por esa zona y empezar a hacerlo allí», añade.

Y para terminar, una curiosidad. El Mordisco del Cocodrilo, el primer ‘amontillado’ de mencía con un resultado no esperado, fruto de la coincidencia de la crianza mixta biológica y oxidativa, con velo de flor. Un estilo de vino que no se espera de un tinto -los vinos de Jerez se hacen con variedades blancas-. «Nada era lo planificado, pero era bello; la desbordante naturaleza había descolocado su orden», escribe Nacho en su etiqueta. Así, está encabezado a 15 grados y, aunque en nariz da la sensación de que será un vino muy alcohólico, en boca sorprende porque resulta mucho más ligero y fácil de beber de lo esperado.

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La etiqueta de El Mordisco del Cocodrilo, un estilo de ‘amontillado’ de mencía. Foto: TQM

 

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