Según la Real Academia Española (RAE), un majara es un majareta, un adjetivo coloquial para describir a un loco, a un chiflado. Pero MAJARA es también el apellido del proyecto enológico de tres amigos en la DO Bierzo. Las primeras sílabas de sus nombres (Manuel, Javier y Raúl) quedan unidas en torno al vino y a su bodega Almázcara MAJARA. Y sí, están chiflados… pero por el vino.
Hace algunas semanas, después de tomar unos vinos con ellos y charlar durante un par de horas, en mi cabeza sonaba la canción ‘Mueve tus caderas’ de Burning, con Johnny Cifuentes cantando «no estés más deprimida, yo tengo la solución, unas copas [de vino, para mí] y unos amigos, y un poquito de rock & roll…» (soy incapaz de leer el título de este post sin volver a cantarlo mentalmente). Y es que esa es la esencia de Almázcara MAJARA: vinos y amigos. Esa es la sencilla ecuación con la que se creó y echó a andar en 2004, con la elaboración de su primera añada con 2.500 botellas de Almázcara Majara.
A Javier Álvarez y a Manuel Benito Otero le une una amistad desde la infancia y vieron en la elaboración de un vino juntos una forma de verse más y seguir unidos. Javier vive en Barcelona y montar una bodega en la casa familiar en Almázcara se convirtió entonces en una excusa para venir más veces al Bierzo y seguir manteniendo ese contacto con la tierra y con los amigos. «La idea nuestra era hacer sólo un vino, un vino de garaje, unas 2.000 botellas del Almázcara y ya está», recuerda Javier.
De Almázcara Majara…
Pero el vino gustó y no se pudieron quedar ahí. Y de las 2.500 botellas numeradas de ese primer Almázcara han pasado a más de 30.000 botellas de diez vinos diferentes, y con nuevas etiquetas en camino. Su buque insignia, el Almázcara Majara, es un vino 100% mencía con crianza de 19 meses en barricas nuevas de roble francés. «Salió al mercado por 33 euros del año 2006», puntualiza Manuel, que explica que entonces decidieron hacer otro vino, más económico y con más rotación por calidad-precio.
Así nació en 2007 su segunda etiqueta, Jarabe, con una crianza más corta (12 meses) y aprovechando barricas usadas del Almázcara. Y así cogieron carrerilla y un par de años después elaboraron su primer blanco, Demasiado Corazón, toda una «rareza» en aquel entonces. El primer godello del Bierzo con crianza (9 meses en barrica y un año en botella) y trabajo en bodega. «De hecho, bodegueros como Mauro hacen godello a raíz de probar este vino», destaca Manuel, para quien «los blancos son el futuro de la crianza de los vinos».
Él sueña con hacer un gran vino blanco, que dure en el tiempo como los mejores tintos. Demasiado Corazón muestra ese potencial y debe su nombre a la canción homónima de Willy DeVille. «Estábamos en casa de unos amigos en Puente e hicimos lo que ahora se llama un brainstorming para decidir qué nombre le poníamos al nuevo vino, se dijo de todo», cuenta Javier, «hasta que sonó la canción ‘Hey! Joe’ y empezamos a preguntarnos qué habría sido de DeVille, que era un tío al que le gustaba mucho el vino y Francia…». Cuando buscaron en internet, hacía apenas seis horas que había fallecido. Era el 6 de agosto de 2009. Este vino es su homenaje a este cantante y compositor estadounidense.
…a l’Aphrodisiaque
Su «evolución natural» fue hacer otro godello, que fuera joven pero que también tuviera su «toque personal». Su nombre, Cobija del Pobre, un godello que, al estilo de Champagne, mezcla añadas diferentes. «Decidimos sacar un joven del año, pero con un porcentaje de barrica del año anterior. Es un mezcla de dos años, como al 85%-15%», precisa Manuel Benito Otero. La cobija del pobre es el sol y también el nombre del barco que es hogar de Javier en Barcelona y que comparte con sus ‘influencers’ perros, Milka y Benito.
Otro par de años después, en 2014, apareció el Amphora, que se elabora igual que el Jarabe pero con nueve meses en ánfora en lugar de barrica, y EMMM Brut Pistilo Sonrosado, un vino espumoso 100% mencía. «En el ánfora te queda el corazón del vino, todo se concentra más», apuntan al unísono Manolo y Javier, que hablan de un mencía más mineral. Sólo salen unas 800 botellas y no se hace todos los años.
Los últimos en llegar fueron El Abrazo, un blanco joven con 60% godello y 40% jerez, y el trío l’Aphrodisiaque. Esta familia de tres vinos (un tinto, un blanco y un rosado) tiene una imagen más divertida y son más fáciles de beber. «Son unos vinos pensados para iniciar a los jóvenes en el mundo del vino», apostilla Javier, cuyos hijos Max y Molly son la imagen de dos de estas elaboraciones, las más frescas de la bodega.
Los otros vinos que vendrán
Y ya hay nuevos vinos en camino. El primero será «un vino muy especial», sólo 150 botellas mágnum, elaborado con las uvas de la ‘Viña de Jaime’, situada hacia la zona de Los Barrios. «Es la ladera mejor situada, con las viñas más viejas, creemos que entre 100 y 120 años y con una producción muy pequeña, en la que todo se hace manualmente», explica Manolo, para quien esta «parcelita» es «la viña perfecta». El señor Jaime ya no está, pero cuidó con mimo esas cepas que daban, según cuenta la gente de la zona, «mencía blanca». «El tipo de hoja es más blanca, es una mencía diferente, imagino que será un clon distinto», apostilla el bodeguero.
No será la única novedad. También sacarán una garnacha tintorera (400 botellas normales y 400 mágnum) con las uvas de una viña ubicada detrás de la iglesia de San Blas de Campo. «Allí se encuentran una monumental encina milenaria, donde dicen que probablemente se apareció la Virgen de la Encina», detalla Manolo. «Nos gusta ir haciendo cosas diferentes», añade su amigo Javier, mientras los dos destacan los valores predominantes de la región vinícola del Bierzo: viñedo viejo, sin riego y con vendimia a mano. «Y nosotros certificados en ecológico desde hace más de diez años», ensalzan, con viñedos ubicados principalmente entre Lombillo, Ponferrada y Molinaseca.
Otros proyectos
Las etiquetas de los dos nuevos vinos son dos cuadros del pintor lacianiego Miguel Ángel Pérez Uría, siguiendo con la línea emprendida con otras etiquetas de la bodega que corresponden a lienzos del artista Josep Moscardó y que tienen en propiedad. Precisamente uno de sus proyectos, ahora en standby a causa del coronavirus, era la realización de una exposición itinerante (Madrid, Barcelona, San Sebastián y Ponferrada) en la que unían el mundo del arte y el vino a través de las obras de temática minera de Pérez Uría y la cata de sus vinos. «Es un homenaje a la minería de Laciana y el Bierzo», señalan los dos, que esperan retomarlo pronto.
Una apuesta por la cultura del vino que también queda patente en la nueva bodega de Encima Wines, que está ubicada en Molinaseca y que estrena también página web. Más orientada hacia el enoturismo, aprovechando su privilegiada situación en el Camino de Santiago, con una pequeña exposición con cuadros de Pérez Uría y preparada con una viña didáctica y una luminosa aula-sala de cata presidida por una gran mesa de castaño (de unos viejos árboles plantados por el bisabuelo de Manuel y que estaban en una finca familiar en Campelo) donde degustar los vinos de Almázcara Majara, pero también de Otero Santín y Para muestra un botón.
Y eso no es todo. Pronto verá la luz el primer libro de Javier, ‘El heterodoxo del vino’, donde cuenta «cómo un tío que no tiene nada que ver con el mundo del vino puede acabar montando una bodega». Es una novela que empieza con la historia de sus padres, que se conocieron en San Miguel de las Dueñas y, recalca, que «habla mucho del Bierzo». Como sus vinos.
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