Los tres lloros de la vid
"Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer...", escribía el poeta Rubén Dario. Y así llora para mí la vid. Sin querer, sin tristeza, sin esperarlo. Cuando empieza a oler a primavera. Cuando el frío del invierno abandona el terruño que la sostiene. Cuando su savia despierta del letargo y vuelve a recorrer sus sarmientos. Porque sí. Porque la vid llora. Porque así inicia un nuevo ciclo, dejando brotar las lágrimas desde lo más profundo de sus raíces. Una imagen muy poética y simbólica que descubrí no hace tanto tiempo. Me impactó. ¿Llora la vid? ¿Por qué? Unas preguntas que me hice entonces sin tener mucha idea de las fases de su ciclo vegetativo, de qué ocurre en cada cepa a lo largo del año más allá de la brotación, el envero y la maduración de la uva. Ahora […]